Luis Islas
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
Fue uno de los más destacados arqueros de la historia del fútbol argentino, con memorables actuaciones y grandes logros. Adentro del campo mostró notable personalidad para atajar, y afuera para confrontar con lo que creía que estaba mal. Un hombre de libre pensamiento y profundo análisis crítico. No se deja adoctrinar por la política, la religión ni ningún entrenador. Hoy transita su camino como técnico. Humanizamos a Luis Islas.
Con apenas 16 años recién cumplidos, Luis ya estaba atajando en la Primera de Chacarita, en donde desde un comienzo tuvo formidables performances que lo hicieron sobresalir prematuramente. Con solo 18 comenzó a ser convocado a la Selección. A muy temprana edad se encontraba con fama, éxito y dinero: un combo peligroso si no se tiene los pies sobre la tierra para administrarlo, debido a las tenciones que trae aparejado.
-En tus inicios de crecimiento vertiginoso, ¿nunca te mareaste?
-No es fácil para un pibe de 16 años debutar profesionalmente en el arco de un equipo de fútbol, con las responsabilidades que eso implica. Enfrentar a hombres de 30, 35 años. A esa edad iba superando etapas sin un análisis profundo. Siempre me apoyé en el trabajo y en mi capacidad. Cuando empezás a tener fama, dinero, un buen auto; entran las enseñanzas de los padres para mantenerte en eje. El primer sueldo que cobré en Chacarita, salí corriendo a dárselo a mis viejos. Con la fama y el éxito deportivo empiezan a aparecer situaciones que uno no las sabe manejar siendo tan joven. Por eso es importante el tener los pies sobre la tierra, eso te da solidez. Siempre tuve claro que soy un ciudadano más dentro de la sociedad. Sé que la profesión que elegí provoca que la gente te admire y te reconozca, pero siempre mantuve la humildad, la simpleza y el respeto. Siempre mantuve una línea de vida: no tomo alcohol, no fumo un cigarrillo, en mi vida tomé falopa. Eso no me hace ni mejor ni peor que otro, pero es el camino que elegí.
En charla con ´Humanizados´, Leo Astrada nos contó: “En un momento de mi carrera sufrí la exposición porque quería pasar desapercibido y que nadie se me acercara como si no me conocieran. Cuando mis hijas eran chicas no tenía mucho tiempo para compartir con ellas y cuando quería llevarlas a una plaza no les podía prestar atención porque muchos te pedían una foto o un autógrafo; eso me sacaba del momento que quería vivir y me molestaba. Detestaba ir al shopping porque a cada metro me paraban. No quería estar expuesto”.
-¿Vos cómo te llevabas con la exposición que conlleva ser un reconocido y exitoso futbolista en una sociedad tan pasional?
-Re feliz y agradecido a la vida eternamente, jamás lo sufrí, todo lo contrario. Es el día de hoy que la gente me para y me saluda o me pide una foto, un autógrafo; y es algo que valoro y disfruto. Disfruto del cariño y el respeto que me brindan, no lo tomo como una carga. Lógicamente que hay momentos para dedicarle a la familia.
–Un plan común de pareja es ir a un restaurant o al cine, pero con vos eso no era una salida normal porque la gente te reconocía y se te acercaba. ¿Cómo se lo fuiste explicando a tu esposa cuando comenzaron la relación? ¿Lo pudo llevar y aceptar bien?
-Automáticamente lo entendió y lo aceptó. Aceptó que mi forma de vida era así y se acostumbró, nunca renegó al respecto. Hasta el día de hoy lo compartimos y lo disfrutamos. Cuando vos estás almorzando o cenando con tu familia, la gente es respetuosa y te da ese momento y el espacio.
-Si bien valorás muchísimo a Bilardo, has declarado que te hubiese gustado ser dirigido por Menotti. Sos una mente abierta…
-Sí, a César lo tuve muy poquito en una selección juvenil. Me hubiese gustado tenerlo más tiempo. Ahora está de moda en la sociedad la grieta: o sos de un lado o sos del otro. La gente que se pone de un bando me parece que tiene un análisis muy chato y mediocre de las cosas. Tengo claro qué es lo que está bien y lo que está mal, y me pongo del lado que creo correcto. No soy ni bilardista ni menottista, soy Luis Islas y aprendo y tomo lo que me sirve. En la sociedad actual es todo blanco o negro. Si sos de un partido político y ves que está haciendo las cosas mal, reconocelo.
-En cualquier ámbito, el fanatismo te enceguece y no te deja ver bien las cosas. Se pierde capacidad de análisis…
-Exacto. Estamos en una sociedad muy agresiva y muy golpeada. Hay cero análisis. Estamos en un camino ciento por ciento errado, en una disputa que nos conduce a tener un país cada vez más desmejorado y en derrumbe. Veo un país triste, apagado. El periodismo incita a que seas de un bando o del otro. Así se va cada vez más hacia la pobreza, la impunidad. El ciudadano tiene que bajar un cambio y votar no regido por el partido que defiende sino por lo que cree que es mejor para la Argentina. Esto no es un River – Boca. Yo no tengo partido político, voto lo que creo que le puede hacer bien a la sociedad, a mi familia. No me gusta cómo se está manejando a la Argentina.
-En tu carrera has mostrado mucha personalidad para confrontar cuando algo no te parecía correcto. ¿Crees que a la sociedad le falta un poco de esa rebeldía en el buen sentido? Como que naturalizamos lo que está mal y convivimos con eso estando anestesiados…
-Para eso la gente cuando va a votar a alguien que va a ocupar un cargo público, no tiene que hacerlo desde el lado del bombo, si no pensando en el bien de la sociedad, para el futuro de tu país. Todos saben que robar está mal, que ser corrupto está mal, pero si lo hace alguien del partido que uno defiende, está bien. Hay que dejar de pensar así, de acomodar las cosas según nos conviene para nuestro discurso. Hay que potenciar y valorar lo que está bien, sea del bando que sea, y corregir y mejorar lo que está mal, sea del bando que sea.
“En este mundo de nuestro tiempo: mundo al revés, se recompensa al revés. Se castiga la honestidad, se desprecia el trabajo”, dijo el gran Eduardo Galeano. Muy útil esa frase para anexarla a lo que una vez expresó Islas: “Soy una persona con los principios muy claros. Choco con mucha gente por decir la verdad de frente y ser honesto. Cuando sos así, te catalogan de polémico, por decir las cosas de frente y mirando a los ojos. Hay tanta corrupción que cuando uno es honesto y decente es observado de costado y con injusticia”.
-¿Hay poco lugar para la gente honesta dentro del sistema corrompido en que vivimos?
-A mí me gusta la gente que habla tres idiomas: el de la honestidad, la sinceridad y el respeto. Yo soy así y voy a morir siendo así, jamás voy a perder los valores. Intento contagiar desde mi lugar para que seamos más las personas honestas. Hay que ser productivo para la sociedad. Nunca me pondría una vacuna cuando no me corresponde. Si enfrente tengo a alguien que es corrupto, que está haciéndole daño a una sociedad o a una persona; jamás voy a estar de su lado por más que a la vuelta de la esquina me haga un favor a mí. Eso es pensar individualmente. Para ser un país de verdad tenés que pensar en el conjunto. Hay que actuar en beneficio de la sociedad no de la conveniencia propia. No me gusta lo que está pasando con los colegios, porque si no hay clases presenciales no debería tampoco haber fútbol, por más que el fútbol sea mi trabajo.
-Alguna vez dijiste: “a mí no me hace falta ir a una iglesia para hablar con Dios”. Se nota que sos alguien libre, que no estás adoctrinado ni por la política ni religión.
-Todos los días de mi vida le agradezco a Dios. No necesito ir a una iglesia a decir: “yo soy católico, soy creyente”. Dios está todo el día en mi vida. Me siento bien siendo así. No soy hipócrita. Siento que siendo como soy puedo ayudar a través de mi mensaje.
-¿Para ser arquero hay que tener mucha fortaleza mental/anímica, y personalidad, por lo expuesto que está al error? Además, es un puesto ingrato porque el que no ataja necesita que se lesione o le vaya mal al titular…
-Es un puesto que amo y siempre disfruté, pero es cierto lo que decís. Nunca me pesó la responsabilidad que conlleva ser arquero. Está claro que, si te equivocás lo pagás caro porque lo que tenés atrás es la red. El error del arquero se marca mucho, por eso tiene que transmitir seguridad, tranquilidad y confianza.
-¿mientras atajabas ya sentías que entendías el fútbol o cuándo se te despertó el chip de entrenador?
-Fue de grande. Cuando el técnico que tenía adentro se devoró al jugador, dejé de jugar y pasé a dirigir.
-En un ambiente tan voraz y dinámico como el del fútbol, lo más difícil es ´sobrevivir´ al paso del tiempo. Vos lo lograste…
-Porque la gente valora el respeto que uno siempre ha mostrado por los clubes que ha defendido en el plano profesional, y el respeto en el trato humano con todo el mundo. El gran error de alguien es cuando se cree el mejor, cuando cree que el resto tiene que pensar o ser como uno. Yo siempre fui todo lo contrario, primero me pongo en el lado del prójimo. Cuando viene un pibito o un abuelo y me pide una foto o un autógrafo, soy yo el agradecido. ¿Quién soy como para no valorar que alguien se tome la molestia de venir a demostrarme su afecto?
-Se te nota alguien muy pasional…
-En mi faceta como entrenador, cuando asumo en un club y tengo la primera charla con el plantel, lo primero que les digo es que conservo la misma ilusión y las mismas ansias de lograr cosas que cuando debuté a los 15 años en Chacarita. Sigo teniendo el fuego sagrado y eso contagia a los jugadores para que se entreguen al ciento por ciento. Un entrenador debe convencer en el día a día desde la credibilidad, el respeto y el trabajo. Soy transparente y no miento. Me siento muy bien siendo así y no lo voy a cambiar nunca. Me entrego al ciento por ciento porque sé la responsabilidad que conlleva defender a un club, como jugador y ahora como entrenador, porque estás representando a miles de hinchas.
-Atajando en Chacarita y Estudiantes era más común que tengas a tus defensores cerca. Cuando llegaste a Independiente, un club tan grande y con una propuesta ofensiva, ¿te costó ese cambio? De pasar de tener a tu defensa protegiéndote a 15 metros a tenerla a 30 y estar más descubierto.
–No me costó. Para ser un jugador de élite, tenés que saber manejar un montón de sistemas y desenvolverte de buena manera con cualquiera. Traté de ser un arquero lo más completo posible. No me gustaba estar bajo los tres palos, sino que intentaba jugar un poco más adelantado. Con Bilardo en la Selección trabajábamos todos los sistemas y me sirvió muchísimo.
“En mi época, en la calle aprendías. Hoy está muy difícil. Te matan por nada. Antes una pelea sabías en qué límite terminaba, hoy capaz te pegan un tiro”, afirmó el Turco García charlando con Humanizados.
-¿Lo ves así también?
-Totalmente. Se potencia lo que está mal. Se permite lo que está mal. Antes te agarrabas a piñas, se terminaba y se acabó. Es como que nos acostumbramos a vivir mal. Políticos: paren con toda esta locura en que vivimos, que para eso los eligió el pueblo. Dejen de sanatear y paren con todo lo que nos están haciendo vivir. Es tristísimo.
-¿Se sufre mucho como padre al ver en el contexto de país en que tienen que desarrollarse tus hijas?
-Claro que tenés miedos. Yo me crie en la calle y hoy mis hijas solas prácticamente no pueden pisarla. Antes que se haga de noche te tenés que meter adentro de tu casa por miedo a que si cuando estás entrando te roban. Es muy triste lo que estamos viviendo. Es una rutina de todos los días cosas malas, parece que quisieran que nos acostumbremos a vivir así.
-¿Qué sentís cuando te dicen que sos uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol argentino?
-Me llena de orgullo. Sé quién soy y sé lo que hice hasta. Todos lo que logré es algo que tengo bien guardado, pero soy un tipo que vive el presente. Estoy pensando en mi futuro proyecto como entrenador. Atesoro lo conseguido, pero miro lo que está por venir. Eso me mantiene vivo y activo.