Georgina Bardach

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Una de las grandes mujeres referentes de la historia del deporte argentino. Medallista olímpica de bronce en Atenas 2004 y oro en las más prestigiosas competiciones: Juegos Panamericanos, Sudamericanos y Odesur. Tras llegar al pináculo de su carrera, entró en una etapa de agotamiento y desmotivación por diversos factores. Multifacética por naturaleza, es Licenciada en Comunicación institucional, Magister en Publicidad Digital e integrante del directorio de la Agencia Córdoba Deportes. Le diagnosticaron depresión y abrió su intimidad al exterior para poder ayudar a otros con su experiencia y demostrar que no todo es color de rosas como la gente puede pensar. Humanizamos a Georgina Bardach, mujer valiente, genuina y liberal.

Aunque parezca paradójico, para Georgina, cuando era pequeña, el agua y la natación eran cosas tortuosas, una pesadilla: “Creo que me mandaron desde los cuatro años y recién aprendí a nadar a los siete. Era llorar todas las clases porque me costaba mucho meterme al agua”.

-Has dicho que tu padre siempre quiso que vos y tus hermanos hagan algún deporte. Vos ya hacías tenis y hockey. ¿Por qué, entonces, esa insistencia con la natación, que no te gustaba y además al principio no eras buena?

-La insistencia fue más que nada para que aprendiera a nadar por un tema de seguridad, porque en verano tanto yo como mis hermanos íbamos siempre a la pileta del club. Simplemente me mandaban por ese motivo, la decisión, luego, de volcarme por la natación y dedicarme a eso, fue mía, porque quería competir y en la primera disciplina que se me presentó esa posibilidad fue la natación.

-¿Cómo fueron esos dos años, entre los siete y los nueve, para saltar de ese escenario tétrico de no gustar de meterte al agua, a comenzar con un sobre-entrenamiento, y ya a los doce empezar con doble turnos a las cuatro de la mañana?

-El ímpetu por competir. Lo que me motivaba era ese deseo, porque al agua le tenía mucho miedo, incluso hoy en día tengo miedo de morirme ahogada. Siempre lo vi como algo que tenía que hacer.

-Has dicho que en tu carrera fuiste muy exigente con vos misma, pero, ¿crees que, en parte, esa presión no nacía de tu interior, sino que la absorbías como propia, pero era externa? “Qué talento tiene”, “Qué futuro tiene”, “mirá todo lo que logró siendo tan chica”.

-No, nunca lo vi o sentí así. Mis viejos siempre me cuidaron mucho en relación a eso, a lo externo, y me sacaban la presión. Yo tampoco era de darle mucha bola a lo que se podía llegar a decir de mí. Además, en mis inicios no era tan talentosa como para que pongan grandes expectativas o presiones sobre mí. Lo mío fue más entrenamiento y constancia que talento.

“Muchas veces los padres creen que su hijo es el mejor por el simple hecho de que es su hijo. Eso genera que desarrollen muy pocos anticuerpos para afrontar la frustración, y ante el primer tropiezo, tiran la toalla”, Julio Velasco.

-Está muy bueno eso que marcás que con tus padres nunca sucedió eso, por el contrario, te sacaban la presión…

-Totalmente. Solo me remarcaban de que, si iba a hacer algo, lo hiciera bien, en el sentido de comprometerme y hacerlo con responsabilidad, dando el ciento por ciento, y no en el sentido de que tenía que ganar y ser la mejor.  Me inculcaron que había cosas que no iban a depender de mí, que no iba a poder manejar, pero que mientras diera todo de mí, ya iba a estar bien, que eso era la único que importaba.

“Perder el anonimato es algo muy pesado. El anonimato es de las cosas más importantes que tiene el ser humano, lo que pasa es que nadie lo puede saber hasta que no lo pierde, como un montón de otras cosas, que las valoramos cuando las perdemos”, Ricardo Darín. Tras el fulgurante logro en Atenas 2004, lo que más cambió en la vida de Georgina fue el volverse ´popular y famosa´, que la reconozcan en la calle, pidan fotos, los medios estén mucho más pendiente de ella; algo que no le sentaba para nada bien.

-Con tu perfil más bien tímida, el pasar de tener una vida tranquila a ser el foco de atención y estar más expuesta, ¿fue lo que más te costó del ´éxito´?

-Sí, soy bastante tímida y reservada. Mis hermanos son mis grandes amigos, siempre hicimos muchos planes juntos, y ellos, al ser aún más tímidos que yo, cuando estábamos juntos y me reconocían, era una situación medio incómoda, nos daba vergüenza a todos. Sobre todo, fue en esos años de esplendor en donde era muy chica, cuando vas creciendo vas entendiendo un poco más las cosas y ya no lo tomás como una locura. Además, al no tener un cuerpo grandote, no ser tan alta… el típico cuerpo que podría tener alguien que se dedicó a nadar, siempre hizo que llamara menos la atención o pasara más desapercibida; capaz a veces me dicen: ´te veo cara conocida de algún lado´ y yo le digo: ´ah, no sé de dónde, puede ser, ni idea´.

– Se te nota una persona muy curiosa, inquieta, con tendencia a experimentar diversos mundos. Con esa personalidad, el hacer un deporte cíclico como la natación ¿no te resultaba, a veces, un tanto monótono o te aburría?

-La verdad que no, a mí me gustaba, incluso a veces lo extraño. Cuando viajaba a competir mi mamá me inculcó mucho la lectura, el estudio, entonces con esas cosas canalizaba. Y en la pileta, si bien tenía entrenamientos muy repetitivos durante muchas semanas, le buscaba la forma para encarar capaz alguno de esos entrenamientos con algo distinto, buscando qué cosas mejorar, controlar los tiempos; detalles para estimularme y no aburrirme.

Convivir con la falta de recursos, de herramientas, de espacios físicos acordes; te va haciendo crear y desarrollar una personalidad particular. Siempre pongo el ejemplo de que el deportista argentino es como Silver Stallone en la película de Rocky 4. Desarrollando esa personalidad tratás de equilibrar la balanza. Pero hay cuestiones que son irremplazables y necesarias y a veces aquí no las tenés”, expresó José Meolans en dialogo con ´Humanizados´. Pues esto mismo fue una de las causas centrales del agotamiento de Georgina tras su inmenso logro en Atenas: “Se me hizo muy difícil volver a competir y ver que la dirigencia seguía siendo la misma, que nada había mejorado para facilitarnos las cosas. Pensé que después de tener una medalla olímpica iba a poder ir a un torneo y tener la ropa, el viaje ordenado… Y nada”.

– El deportista argentino es admirado por su amor propio, competitividad, orgullo y personalidad. Eso, a veces, es producto de algo negativo: Tiene que lidiar con muchas cosas extra deportivas…

-Todos los resultados en los deportes individuales son méritos al esfuerzo propio, de la familia y los entrenadores, y no porque haya una política deportiva clara a nivel nacional que te permita llegar a obtener logros. Salvo algún que otro deporte, eso no sucede. Algunos dirigentes te exigen cuando las condiciones son pésimas. Ir a competir a un torneo y que la confederación te reserve hotel por una sola noche porque se ´confundieron´, o ver que, en mi época, había muy buenos nadadores y se les hacía muy difícil conseguir un sponsor, o ver que era muy difícil tener sentido de pertenencia; todas cosas que, siendo tan joven, te van desmotivando. Es una sumatoria de cosas y te hartás.

Siendo realmente muy joven, Georgina ya contaba con una histórica medalla olímpica de bronce, oro Sudamericano, oro Panamericano, oro Odesur.

-Una vez Toni Nadal contó que, cuando Rafa ganó su 1° Roland Garros, tuvo el temor de que con ese logro se hubiera sentido complacido y por ende se relajase. Con los años, habiendo ganado 22 Grand Slam, comprobó que no. El haber obtenido tantos logros siendo tan joven, ¿pudo haberte sacado la motivación de volver a hacer todos los esfuerzos de nuevo?

-No creo que haya sido un motivo, pero sí sentí tras esas etapas de logros importantes, que el físico no me respondió más, el desgaste lo sentí por ese lado. Después de Atenas creo que me tendría que haber tomado un año para recuperarme físicamente, siguiendo entrenando, pero a otro ritmo. Teniendo solo 20 años como tenía, podía haber descansado un tiempo, recuperado bien y vuelto a competir, pero en ese momento uno sentía que en cada torneo tenía que defender algo. Hoy cuando recuerdo esa etapa, la veo como una locura.

Georgina es un cabal ejemplo de que detrás de alguien ´reconocido y exitoso´ que logró ´triunfar y trascender´ en su profesión, hay un ser humano con tus luchas internas, miedos, historias y demás. “Había tenido éxito deportivo, muy buenos promedios universitarios, novio, buena familia, amigos… todo lo que la sociedad ´exige´, sin embargo, me diagnosticaron depresión”, contó públicamente una vez.

-Tuviste la valentía de compartirlo ante la sociedad, ¿fue algo liberador y sanador?

-No sé si fue liberador, fue algo que me nació en ese momento y lo conté. Cuando empecé todo este proceso del tratamiento y la terapia, al principio me daba un poco de ´cosa´ contarlo, pero después entendí que no tenía nada de malo, no había ningún motivo para ocultarlo, porque cuando tenés alguna enfermedad y tenés que hacer un tratamiento, la gente lo cuenta, entonces, por qué esto no iba a ser así. Cuando comencé a contarlo, me sorprendió la gente que me dijo que pasó por lo mismo o tuvo algún familiar o amigo que pasó por esa situación. Ahí entendí que es algo que muchas personas atraviesan, que no le sucede a uno solo o es un ´drama´ que solo a uno le pasa. Al tener llegada por lo que fui como nadadora, busco, contando esto, que sirva de algo o tenga llegada. No hay que tener tabú en expresar que uno atraviesa un tratamiento de esa índole o que tiene que tomar medicación.

-Se te nota bastante desprendida de los logros y las etiquetas, no te apegaste o aferraste a un éxito o personaje. Fuiste una gran nadadora, pero la vida sigue…

-Y sí. Todos esos logros que obtuve, los veo y me siento una afortunada y estoy feliz con todo. Pero el éxito, siento, fue haber podido cumplir con todos los objetivos que me propuse, el haber dado lo mejor de mí, porque el resultado nunca termina dependiendo ciento por ciento de uno. Los resultados son anécdotas, son circunstancias que pasan y se olvidan. Lo que perdura es si sos buena persona o no. Tuve la suerte de tener la familia y el entrenador que tuve que me contuvieron siempre en el plano mental y espiritual, que me inculcaron el estudiar, el leer, el conocer otras cosas por fuera de la natación, para tener más herramientas ante la vida. No solo entrené lo físico, sino entrené muchas cosas como persona.  

“Todo lo que logré es gracias a Roger y Rafa que me exigieron siempre el doble, sacar lo mejor de mí constantemente. Ellos me motivan. Estoy agradecido por estar en la misma época”, dijo alguna vez Nole.

-En tu época en Argentina y Sudamérica casi que no tenías competencia por tu nivel, salvo la brasileña Joanna Maranhão. Has dicho que sos agradecida a ella porque no hubieses llegado tan alto sin su presión y teniendo una rival tan fuerte tan cerca

-Sí, con Joanna tuve una competencia muy fuerte, y logré lo que logré porque en Sudamérica tenía una competidora que, si me descuidaba medio segundo, me ganaba. Cuando bajé del podio en Atenas, ella había terminado quinta, me salió regalarle la corona de laureles que le ponen a las medallitas como manera de agradecimiento porque ese logro era en parte a la exigencia que ella me imponía para que sea mejor. Ella también hizo lo mismo en un podio en un Panamericano. Hoy seguimos siendo grandes amigas y hablamos un montón. Ninguna de las dos hubiese llegado a ese nivel sin la otra.

-Has dicho que te hubiese costado dedicarte a un deporte colectivo…

-Lo veía a mi hermano que jugaba al hockey y se cuidaba, se acostaba temprano la noche anterior, llegaba temprano el día del partido, y quizá algunos compañeros salían de joda y ni aparecían en el partido. Ver eso, de que es más difícil controlar ciertas cuestiones que no dependen solo de vos como en un deporte individual, no me gustaba.

-Se te nota bastante espontanea, genuina, y liberal en el buen sentido. ¿Cómo fue ingresar en la política, (en el directorio de la Agencia Córdoba Deportes) un mundo donde todo es más protocolar, donde la apariencia a veces vale más que la esencia y donde no todo es leal?

-Fue muy duro, muy duro. Me costó entender cómo funcionaban las cosas, los tiempos que se manejan. Fue mucho aprendizaje, incursionar en un mundo totalmente nuevo. Sigo siendo genuina y hay cosas con las que no negocio.

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