Jorge Corona
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
Uno de los máximos referentes del humor argentino. Capocómico de pura cepa, tuvo largos años de un éxito rotundo, siendo furor en el teatro. Marcó una época con su estilo transgresor y pionero en la forma de interactuar con el público. Arrancó bien de abajo y con su talento y esfuerzo llegó a la cima de la fama. Ganó muchísimo dinero, y mucho lo gastó en hipódromo y casino. Necesitaba del alcohol para poder subirse a un escenario, hasta que logró curarse. A sus 81 años, y con siete stents, no pierde su gracia y energía, irradiando vida. Humanizamos a Jorge Corona, el hombre con el loable don de hacer reír.
-En el mundo artístico, sobrevivir al voraz paso del tiempo es complejo. Hay muchos casos de personajes pasajeros que tienen su esplendor de fama y luego caen en el olvido. Vos, tantos años después, seguís siendo recordado como uno de los grandes baluartes del humor argentino, ¿es tu mayor patrimonio?
-Sí, claro. Me pasa de ver videos en YouTube o en las diversas redes sociales a través de internet, y me río de las cosas que decía y hacía. Es muy grato que muchas cosas que uno hizo, que ni yo las recuerdo de tantas que fueron, sigan estando vigentes y la gente las consuma. He estado en los más importantes teatros de todo el país a sala llena con hasta tres funciones en una noche. Mi modo de hacer humor era a través de generar mucho contacto con el público. Sé que marqué una época. Que hoy en día la gente se me siga acercando para saludarme o alguien me agradezca porque lo hice reír mucho, es muy lindo.
-En tus años de máxima exposición debido al éxito rotundo que tenías, ¿lograbas disfrutar o esa vorágine te lleva a vivir a un ritmo imposible de parar para ver todo lo que vas logrando?
-No, no tomaba dimensión, vivía acelerado, como de joda, haciendo dos funciones todos los días, generando muchísimo dinero que luego lo gastaba en cualquier cosa, como siempre están los amigos del campeón. Pero la pude ir zafando y me siento feliz y orgulloso de todo lo que hice en mi carrera. Trabajé en el Teatro Nacional, en el Maipo, Tabarís, Metropólitan, Astros, Esmeralda, en el Astral. Hice películas. Hice cantidad de cassettes con chistes y gané tres discos de oro con ellos. El éxito rotundo que tuve en la etapa en lo de Marcelo Tinelli. Gané ocho premios Estrellas de Mar en Mar del Plata y un premio Carlos en Carlos Paz.
-Has dicho que no podías vivir sin trabajar, que si no te volvías loco…
-Totalmente. Incluso ahora, ya más grande, que no estoy en actividad me agarra cierta depresión, pero al darme cuenta que la gente todo el tiempo me reconoce y me saluda, me gratifica.
-Antes vivías más de ´joda´ y ahora podés disfrutar más de la tranquilidad y de las pequeñas cosas cotidianas que tu trabajo te impedía…
-Sí, exacto, y eso se debe a que encontré a una mujer maravillosa como Mónica que me supo ir llevando y conduciendo por el buen camino, le dio un orden a mi vida y me cambió hábitos. Hoy vivo en paz disfrutando otras cosas.
-Como dijo Maradona una vez que te fue a ver al teatro: “a mí Dios me dio el don para jugar al fútbol y a Corona para hacer reír”.
-Así es. Es una cosa natural, que no se puede fabricar. Hay tipos que se hacen los graciosos y no lo son, no les sale; los veo y me ponen nervioso. El tema no es el chiste sino saber contarlo.
-Aunque cueste creerlo, has dicho que siempre fuiste tímido y vergonzoso…
-Sí, eso viene de chico. Yo era el menor de cinco hermanos y me verdegueaban a mí, me ordenaban todo el tiempo que hacer, se creían los dueños de mi vida; hasta me obligaban a trabajar gratis para ellos en su zapatería, me mandaban a juntar cartones para usar en la fábrica sin pagarme. Era otra época. Mis cuatro hermanos ya fallecieron.
Jorge se crio en un contexto socioeconómico humilde de bajos recursos en la zona de San Martín. Su padre administraba terrenos de campo para plantar flores y luego venderlas en el cementerio, La madre lavaba ropa para afuera.
-¿Sentís que se fueron perdiendo los códigos en la sociedad debido a una precarización de los valores y la moral?
-Totalmente. Antes era otra cosa, una época distinta con códigos que se fueron perdiendo. Yo jugaba a la pelota con los chicos de la villa, eran mis amigos. Estaba en un mismo grupo el hijo del médico y el del portero. Ibas al ranchito de un vecino a hacer los deberes juntos, compartías navidades. Era una época más sana, con otros códigos de convivencia y sentido de comunidad; hoy te chorean todo.
De chico Jorge se fue a vivir a humildes pensiones del centro porteño, a perseguir su sueño de ser artista. Actuaba por el vino y la empanada en peñas. Lo hizo en boliches, cafés concert, bares y hasta en la calle.
-Tu carrera es un ejemplo de dedicación y superación…
-Uno no se da cuenta, las cosas van sucediendo mientras las vas buscando. Fui reo y busca de chico, andaba por todos lados. Antes uno llegaba en base a la construcción de una trayectoria, ganándose un prestigio luego de haberla peleado bastante. Al principio uno actuaba en lugares por la propina. Cuando salía a un escenario me agarraba un miedo tremendo, pero enseguida cuando veía que la gente se reía, ya me relajaba y disfrutaba. Hoy es todo inmediato, aparecen y ya son famosos. Hoy alguien se mete en un reality y sale creyendo que es artista.
“Algunos se piensan que porque sos famoso tenés que tener siempre una respuesta y opinión de todo y para lo que sea. Tomar partido por todo. Me cansa”, dijo alguna vez Guillermo Francella.
-En entrevistas no hablás de cualquier cosa por el solo hecho de tener un nombre famoso. Como mencionaste una vez: “no tengo una preparación intelectual para hablar de diversos temas”.
-Exacto. Fui vago y no quise estudiar, hice hasta sexto grado. Para hablar hay que tener cultura y preparación sobre el tema, no me gusta pasar apuros metiéndome a hablar de cosas que no domino.
-Se dice que jugabas muy bien al fútbol…
-Sí, jugué en Urquiza en la Primera C. Una vez que perdimos por paliza con Almirante Brown volví cantando todo el viaje, y me rajaron a patadas. No entrenaba y me acalambraba mucho, pero era bueno.
-En tu época de oro has hecho muchísimo dinero, pero también gastabas considerables cifran en casino y caballos de carreras, ¿qué te generaba el jugar a esas cosas?
-No entendía nada. Iba y siempre jugaba al seis. A veces ganaba, pero eran más las veces que perdía. Tiraba plata al pedo. Siempre estaban los amigos del campeón.
“nunca jodí a nadie, me han jodido, pero no guardo rencor. La vida son instantes. La gente piensa que va a ser eterno y por eso es tan egoísta, envidiosa. Estamos de paso en este mundo, hay que reírse para olvidarse de todos los problemas.”
-Esa frase que una vez dijiste posee mucha sabiduría sobre la simpleza de la vida…
-Pienso así. La vida son momentos. Algunos piensan que no se van a morir, y se pelean entre ellos, viven enquilombados, ¿qué ganan con eso? ¿Por qué se meten en la vida de los demás? A lo bruto no se gana nada, hay que vivir tranquilo, con fe en uno mismo y en el universo. Si tenés una virtud, hay que explotarla, sin hacerse el agrandado. Lo lindo es mantenerse vigente, tener amigos. Quiero volver a la calle Corrientes con un espectáculo que va a producir mi mujer Mónica.
-¿Sentís que hoy se ha perdido el sentido del humor? Algunos parecen estar en un nivel de susceptibilidad extremo, muy en rol de victima permanente…
-Coincido. El humor es el humor y siempre será humor. Al que no le gusta lo que hace alguien, que no lo vea y punto. El que te va a ver es porque le gusta y disfruta con lo que hacés y sabe con lo que se va a encontrar. Hay que pasarla bien, tener risa, alegría.
– Nunca fuiste de exponer tu vida privada, sin embargo, en algunas temporadas de verano has tenido los famosos ´quilombos de elenco´ con algunas chicas. ¿Te jodía mucho eso?
-Es un juego del ambiente. Cuanto más grandes sos, más mediatizan con tu figura, inventan historias en torno a vos para tener fama, hacer denuncian mediáticas que después pasan y quedan ahí. Nadie puede decir nada de mi persona.
-¿Te costó darte cuenta que podías hacer reír mucho sin la necesidad de alcoholizarte previamente?
-Tuvo que pasar el tiempo para que me pudiese dar cuenta. Fui a los grupos de Alcohólicos Anónimos para tomar menos, porque en mi cabeza pensaba que si no tomaba no podía actuar, y ahí me sacaron cagando diciendo que a ese lugar se iba para dejar de tomar, no para tomar menos. Yo sentía que la copa la manejaba, y no era así, esa es la enfermedad, el creer que uno está bien y controla la situación. El alcohol desinhibe, pero cuando arrancás no podés parar. Ya pasó esa etapa, hace muchos años que no tomo más. Si estás en pedo no se entiende lo que decís, se puede hacer reír sin tomar.