Paulo Ferrari
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
Jugó en solo dos equipos, muchos años en cada uno, con gran regularidad y buen nivel; demostrando lealtad, respeto y pertenencia hacia la institución que representaba. Nunca priorizó el ´salvarse económicamente´. Es uno de los defensores más goleadores de la historia de River. Compartió un mismo vestuario con Ortega, Gallardo y Almeyda. Estando como coordinador de las inferiores de Rosario Central, le pidieron que se haga cargo técnicamente de la Primera en un complejo momento, y a los ¡20 días! lo echaron. Humanizamos a Paulo Ferrari, un tipo simple.
-Tenés una hija de nueve años, ¿cómo la estimularon con tu mujer durante la cuarentena para que no se estanque su desarrollo educativo, físico, intelectual y social?
-Se hizo largo. Fue algo que nadie esperaba y ninguno estaba preparado para afrontarlo. Tratamos de estimularla permanentemente con juegos, con las tareas del colegio, con lecturas. Si bien, como todos, perdió su vida social, hoy hay una herramienta muy eficaz que es internet y que permitió que siga en contacto con sus amiguitos y se comunique a través de video llamadas y demás aplicaciones. Eso fue bueno para que mantenga los lazos sociales durante la pandemia.
El Loncho se crio a 10 cuadras del estadio de Rosario Central. De pequeño iba con amigos a la cancha y andaba por las calles con libertad y sin horarios. Lamentablemente, con el paso del tiempo, la coyuntura social del país ha ido involucionando considerablemente.
– ¿Notás que muchas cosas que cuando vos eras chico podías hacer, hoy son imposibles para un nene/a?
-Totalmente. Ha cambiado absolutamente la forma de vida. Yo estaba todo el día en la calle con mis amigos y no pasaba nada. Podíamos jugar con tranquilidad y estando seguros. En la época de vacaciones que no teníamos que madrugar al otro día para ir al colegio, nos quedábamos jugando en la calle hasta la noche. Hoy eso es casi imposible. Dejar a mi hija sola en la calle es un peligro, le puede pasar cualquier cosa. Te roban cada tres cuadras. Ha habido un cambio muy negativo en la sociedad. Esa forma de crianza que yo tuve, con mi hija se reemplaza llevándola a actividades como hockey, baile; que esté en un club y en la escuela para que tenga su vida social, porque si es por un tema de seguridad, tiene que estar todo el día encerrada en casa.
-Al margen del deporte, ¿sos de consumir medios de comunicación o preferís evitarlo para no ver tantas pálidas de nuestra realidad?
-La realidad uno la vive día a día, no hace falta ver un noticiero o leer un diario. Uno anda por la calle y ve lo que sucede, lo palpás, además de lo que te comentan otras personas. Miro muy pocos noticieros y programas de actualidad, casi que no consumo esas cosas porque no necesito ver todas las pálidas para saber lo que está pasando en el país.
-Has jugado solo en dos equipos y muchos años en cada uno, lo que marca el sentido de pertenencia, respeto y lealtad hacia la institución que representabas. ¿Crees que ese fue el patrimonio de tu carrera?
-Sí, seguro. Por más que seas futbolista, abogado o contador; lo importante es cómo vos atravesás esa profesión. Siempre traté de llevar mi carrera con respeto, seriedad y compromiso. Estuve solo en dos clubes y estoy muy conforme con eso. De Central soy hincha de chico y River es un club gigante a nivel mundial en el cual desde mis comienzos uno aspiraba a jugar ahí. Tuve un compromiso muy grande con ambas instituciones porque siempre se han portado muy bien conmigo. Han confiado e invertido en mí y lo mínimo que uno puede devolver es el respeto. Es la manera correcta de manejarse en la vida: siendo derecho y respetuoso. Un jugador tiene buenos y malos momentos, gana y pierde; pero lo que sigue después de la carrera es el ser humano y yo siempre eso lo tuve claro. Lo más importante para mí siempre fue intentar dejar una buena imagen como persona.
Una vez Paulo declaró: “jamás presioné para que me vendieran ni hice un escándalo para irme del club donde estaba”.
-Se nota que en tu carrera priorizaste lo deportivo por el “salvarte económicamente” …
-El que busca irse a otra liga para hacer una diferencia económica, es totalmente respetable. Yo tenía mi pensamiento y no sé si estaba bien o mal, solo atravesé mi carrera de la forma en que lo sentía. El primer año que jugué profesionalmente en Central, ya tenía ofertas para irme a otros clubes, pero siempre lo hablaba con la dirigencia de buena manera para ver si era algo que nos convenía a todos. Siempre pensé en el club en el que estaba. En River me pasó lo mismo: tuve varias ofertas para irme afuera, entre ellas una de España, que, por supuesto, era un sueño jugar ahí, pero la dirigencia me manifestó que yo era importante para el club y querían que me quedara y lo tomé como una muestra de cariño, además de que estaba cómodo y contento en River y sabía lo grande que era como club. Que instituciones como River y Rosario Central quieran mantenerme en su plantel, para mí era un halago.
Previo a comenzar a dirigir, con la decisión ya tomada de querer ser entrenador, Pep Guardiola mantuvo una charla con Marcelo Bielsa en pos de aumentar sus conocimientos. De ese encuentro surgió la famosa frase, que luego trascendió públicamente, del Loco hacia el catalán: “¿por qué usted que conoce toda la basura que rodea al mundo del fútbol, el alto grado de deshonestidad de cierta gente, aun quiere volver ahí y meterse, además, a entrenar? ¿Tanto le gusta la sangre?” Pues esa frase sirve para definir la primera experiencia del Loncho como DT: estando desarrollando un proyecto en el fútbol juvenil de Central, como coordinador, la dirigencia le ofreció hacerse cargo del plantel profesional, oferta que, regido por su gran amor al Canalla, aceptó… ¡a los 20 días lo echaron! Teniéndose que ir por la puerta de atrás del club de su vida.
-Cuando te echaron de esa manera, pensaste: ´ ¿para qué me metí en esto?
-No porque he vivido y conozco mucho dentro del fútbol y soy un apasionado. La profesión de entrenador es hermosa y espectacular. Dentro del fútbol te cruzás con gente muy sana y, a veces, con gente que es todo lo contrario. Cuando me echaron de esa forma, no me sorprendió porque sé que puede suceder en este ambiente en donde hay gente que no es del palo y no merece estar en donde está, que no entiende de fútbol. Estaba preparado mentalmente para que me pase algo así. La carrera de técnico es muy linda y tiene muchas cosas buenas. Hay que luchar y meterle, estando preparado para cualquier cosa que pueda pasar. Si la gente que transita con pasión y con ganas la profesión, se aísla por un destrato o un sinsabor; quedan solo los que no debieran estar. Entonces ¿por qué nos vamos a aislar los que queremos hacer bien las cosas? Que se aíslen los otros. A veces hay que luchar un poquito de más.
-Estuviste ocho meses como coordinador de inferiores y 20 día como DT de 1°… te quedaste a medio camino de ambos proyectos que tenías para el club. ¿Esa es la gran espina?
-Seguro. La espina es esa. Nosotros no agarramos al equipo diciendo que íbamos a ganar mil partidos, porque todos sabíamos que la cosa estaba complicada y la situación era difícil. Queríamos empezar de apoco a torcer ese rumbo porque si no hubiese seguido en inferiores en donde estaba muy bien. A mí me pidieron desde la dirigencia que me haga cargo de la Primera en ese momento complejo. Tomamos la decisión de aceptar, yo y mi cuerpo técnico, sabiendo los riesgos que había. No me arrepiento para nada, hay que seguir para adelante, no quedarse estancando por una experiencia que a uno no le gustó. Si tenés ganas y pasión, en el fútbol nos conocemos todos y es por eso que al poco tiempo ya estaba dirigiendo de nuevo en San Martín de San Juan. Estoy muy contento aquí, trabajando con tranquilidad y sintiéndome respetado.
“Los futbolistas de antes resolvían de una forma más espontanea, ahora son más obedientes, entonces necesitan el mensaje y el apoyo del entrenador y eso genera una dependencia. No debería ser así”, dijo alguna vez Marcelo Gallardo.
-Hoy como entrenador, ¿notás eso?
-Es verdad eso, lo noto. Por ahí puede partir por nosotros los entrenadores que queremos que el jugador haga todo bien. Hoy el futbolista está muy preparado porque tiene información que antes no tenía. Ve todo. Ve hablar y trabajar a los mejores entrenadores del mundo, entonces está pendiente de ver qué herramientas le va a dar su entrenador, cuáles no; y eso puede ser que genere una dependencia. Antes había 20mil potreros donde los chicos pasaban todo el día jugando. Hoy eso ha cambiado mucho. Hoy los nenes tienen que ir a una escuelita con un profesor que les dice ´hacé tal cosa, pasá por estos conitos´. Antes estabas todo el día solo en una plaza, parque o potrero inventando uno mismo, desarrollando la creatividad y la capacidad de improvisación para resolver. Por eso puede que el jugador actual sea más dependiente y el de antes más resolutivo.
-Justamente, la tecnología aplicada al deporte sirve para ciertas cosas, pero no reemplaza la esencia del juego. Como líder, ¿cómo te llevas con eso para no perder el foco principal?…
-Tal cual. Lo pienso todos los días. Porque uno prepara un partido exhaustivamente, le dice al jugador: “el hueco va a estar por acá, el pase va a entrar por acá, el pase va a hacer por acá…”, pero realmente lo que te hace la diferencia es cuando el jugador improvisa. Cuando identifica algo en el partido que no se entrenó y lo resuelve a su manera. Eso te hace ganar y es muy importante. Es muy importante preparar un cotejo y darles las herramientas a tus futbolistas, pero también lo es que resuelvan con su inventiva en el medio de un partido. Trato de mostrarles a través de videos e imágenes por dónde podemos dañar al rival, pero que ellos no se aten solamente a eso.
“A nosotros nos gusta lograr que el futbolista entienda por qué y para qué hace las cosas. Hay dos maneras de entrenar: una es el adiestramiento canino que cuando el perro se sienta le dan el premio, entonces se sienta por el estímulo. La otra manera es que cada paso que uno da, lo haga a través del entendimiento de por qué lo da y de un convencimiento de que eso es lo mejor”, dijo una vez Ariel Holan.
-Bajar tu mensaje y tus métodos de entrenar para luego competir y que el futbolista lo capte, debe ser fundamental…
-Exactamente. Cualquier ejercicio que haga en el entrenamiento a través del cual quiera buscar un concepto, previamente les explico a los jugadores qué estoy buscando a través de ese ejercicio. No que lo hagan por hacerlo, sino que sepan que se realiza con un objetivo. Después es fundamental ser consecuente entre lo que uno plantea adentro de la cancha en un partido y lo que entrena. Entrenar en base a cómo quiero jugar.
-Eso legitima tu liderazgo. Cuando el jugador dice: “aquello que nos hizo entrenar en la semana, pasó tal cual en el partido; vamos a darle bola que éste sabe” …
-Sí. El jugador es muy inteligente. Se da cuenta enseguida si vos entrenás en base al partido o no, si les diste las herramientas adecuadas y necesarias o no. Cada vez el fútbol es más exigente y el jugador es más exigente. Por eso ser entrenador es una gran responsabilidad.
-Como jugador fuiste un líder y referente de los planteles que integraste, pero siempre con una personalidad campechana. ¿Es tu forma de liderar?
-Siempre traté de ser tranquilo. Puede que la gente me vea más tranquilo de lo que puedo serlo en un entrenamiento, en donde soy muy activo, me gusta estar arriba del jugador para darle intensidad a la práctica. Después hay que ver los momentos. No creo en el reto al jugador porque uno no es el padre. Uno tiene una idea e intenta que 11 jugadores adentro del campo la lleven a cabo y piensen más o menos todos parecido. Trato de hablar de buena manera, no de entrar a un vestuario y patear todo. El jugador quiere hacer las cosas bien y si no le salen es porque yo también estoy haciendo algo mal con técnico.
– ¿Qué significó para vos compartir un mismo vestuario y plantel con Ortega, Gallardo y Almeyda?
-Espectacular. Fue una experiencia hermosa. He tenido muy buena relación con los tres. Todos buenas personas. Uno aprende al lado de gente así. Progresás mirándolos. Además, los tres estaban en muy buen nivel futbolístico. A Gallardo lo quiero mucho.
-Te tocaron momentos buenos y malos, pero ¿sentís el respeto y cariño del hincha de River y de Rosario Central?
-Seguro que sí. Más allá de las cosas buenas o malas, desde lo futbolístico, que uno vivió, el hincha siempre vio un gran compromiso mío hacia el club. Siempre he dejado todo, he jugado casi siempre, estando a disposición. Me he sentido muy querido por el hincha y lo sigo sintiendo. Me cruzo con hinchas de River y me saludan o me piden alguna foto. Soy un agradecido eterno. Soy hincha de Central, pero tengo un enorme cariño por River.