Lucas Boyé
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
Cualquier entendido destacaba su gran capacidad técnica, su jerarquía en los movimientos y su imponente físico. Todo su potencial se vio opacado por las críticas recibidas, las cuales, siendo chico, no supo manejar desde lo psicológico. La típica impaciencia de una parte de los hinchas y las presiones externas, lo condicionaron desde la confianza y seguridad en sí mismo, viéndose reflejado en su juego y no pudiendo explotar en River. Humanizamos a Lucas Boyé, el muy buen jugador que no logró prevalecer ante la voracidad del mundo River.
Tras irse del Millonario, Lucas tuvo un buen paso por Newell´s y desde allí partió a Europa. Jugó en Torino, Celta de Vigo, AEK Atenas y en el Reading. Actualmente regresó al conjunto italiano.
-¿Cómo fueron las experiencias en Italia, España e Inglaterra? Desde lo profesional y desde lo extra futbolístico.
-Lo extra futbolístico es importante porque uno va al entrenamiento cuatro horas y después le queda todo el día. Tenemos bastante más tiempo libre que un trabajador normal. Primero en Italia al principio me costó un poco porque no dominaba el idioma, pero cuando fui manejándolo me gustó mucho. De todos los países en donde jugué, es el que más me gustó para vivir. Aunque es inevitable relacionarlo a cómo te va desde lo profesional. Porque Vigo es muy lindo, el mismo idioma y costumbres similares a Argentina, pero desde lo futbolístico la pasé mal entonces no pude disfrutar mucho de mi estadía allí. De Vigo no tengo un buen recuerdo porque en la cancha no se dieron las cosas como esperaba, más allá de que la ciudad es hermosa. En Inglaterra fue una experiencia linda, aunque, para un argentino, es un país muy raro para vivir porque las costumbres son diferentes. Allá se cena muy temprano, en invierno a las tres y media de la tarde es de noche completamente. Es un poco triste en ese sentido. Pero la pasé bien. Estaba a 20´ de Londres en tren y pude disfrutar con mi novia de un montón de cosas.
-Desde la distancia se ve que el hincha griego es muy ferviente y pasional como en Argentina. ¿Es así?
-Sí, en Grecia son parecidos a nosotros en ese sentido. El hincha allá es muy ferviente. Cuando las cosas no van bien te las hacen saber y te putean. Son picantes. Pero la experiencia fue hermosa. Grecia como país es divino. Pude jugar bastante y tener un buen nivel.
La categoría 96 de River ha sido una de las mejores y más fructíferas divisiones del fútbol formativo de Argentina en los últimos tiempos. Ocho chicos han llegado a Primera. Una cantidad anormal. Sin embargo, para River le ha dejado un sinsabor porque no pudo aprovechar al máximo a la mayoría de ellos. Salvo Seba Driussi y Lucas Martínez Quarta, los otros seis no se pudieron afianzar ni consolidar definitivamente. Si bien Emanuel Mammama jugó partidos muy importantes y tuvo muy buenas actuaciones, podría haberle dado mucho más al equipo en el tiempo por su enorme potencial. Augusto Batalla, Tomás Andrade, Leandro Vega, Zacarías Morán Correa y Lucas, no pudieron afianzarse.
–Fue una categoría excelente, pero no se pudo plasmar en Primera…
-Coincido totalmente. En un club tan grande, con exigencias tan altas y constantes, hace que no todos los chicos de corta edad estén preparados. Cuando caes que estás jugando en la Primera de River, te das cuenta la responsabilidad que eso acarrea. Hay algunos que lo saben llevar y a otros les cuesta un poco más, y es normal. Pero lo de la categoría 96 fue algo atípico, porque fueron muchos chicos los que llegaron a Primera y eso no es común. Más allá de que los que se pudieron consolidar fueron solo Driussi y el Chino. Mammana un poco también. Los otros no pudimos demostrar todo lo que podíamos dar.
-El mundo River conlleva, desde lo extra futbolístico, una gran voracidad y vorágine en cuanto a la prensa, la exposición. ¿Te costó adaptarte a todo eso?
–Lo que genera River es una cosa increíble. Jugar con el escudo de River o salir en la TV, hace que el hincha después si te cruza en la calle no lo pueda creer. Pero no me pasó de no saberlo llevar. Siempre fui un chico tranquilo y perfil bajo. Pero el cambio es tremendo. Jugás tres partidos en River y salís a la calle y lo sentís, o ponés una cosa en una red social y lo sentís.
–Pero para un pibe tranquilo, del interior, perfil bajo como vos, debe ser impactante de un día para el otro encontrarte totalmente expuesto…
-Sí, en ese sentido, desde el lado de la exposición que genera River, es difícil. Me pasa que le tengo un poco de vergüenza al trato con la gente. Yo antes no era tan así y haber vivido todo lo que viví en River creo que un poco me transformó y me hizo volverme más introvertido y vergonzoso.
–A la prensa le encanta vender a chicos de las inferiores que asoman, como los próximos grandes cracks, o compararlos con jugadores muy consagrados. El hincha se cree esa expectativa. ¿Le juega en contra a un juvenil que lo carguen con tanta presión?
-Obvio que sí. Pero te perjudica indirectamente, porque cuando uno es chico es hermoso que pongan en un diario que sos una promesa de River o el futuro delantero de la Primera. Pero te afecta porque la gente sin conocerte ya empieza a esperar un montón de cosas de vos y eso puede acelerar tus tiempos sin respetar el proceso de formación y madurez.
A un futbolista se lo analiza desde tres aristas: la parte física, la parte técnico-táctica y la parte psicológica (motivación, concentración, control de las presiones y los miedos, toma de decisiones y resiliencia). Físicamente Boyé era imponente. Técnicamente tenía mucho potencial y notoria jerarquía en sus movimientos. Lo que le hizo no poder trascender en River fue el tema psicológico y no poder imponerse a las críticas prematuras de algunos hinchas, cosa que le sacaba confianza.
–¿Ahí encontrás tu falla o la explicación a por qué no pudiste afianzarte?
-Sin dudas que fue por ese lado. No me caben dudas. Es algo que uno siempre intenta trabajar y mejorar. No se consigue de otra manera que con la experiencia. Para un chico no es fácil estar tan expuesto a las críticas. Algunos lo saben llevar porque ya vienen con algo en la cabeza. Cuando no estás con la confianza y seguridad necesaria, no es sencillo pensar que entrás a jugar y te están mirando millones de personas y que después se va a hablar mucho de ese partido. No es fácil destrabarse, cuesta. Nunca me sentí incapaz de jugar en la Primera de River pero me daba mucha impotencia que no me salieran las cosas con la naturalidad que me salían, por ejemplo, en reserva. Cuando bajaba a reserva jugaba mucho más suelto y feliz, me desbloqueaba automáticamente. Lo disfrutaba y rendía muy bien. Cuando estaba en el ojo de la tormenta la pasaba mal y no sabía cómo llevarlo.
–Cuando un futbolista está con confianza o en buena racha, le salen todas. Cuando es al revés, no le sale una…
-Es así. Es increíble. Vos ves un partido de un jugador falto de confianza y a los pocos días ves otro partido en donde el mismo jugador está con confianza, y es tremenda la diferencia. En River a mí me costaban muchísimas cosas que cuando me fui a Newell´s me salieron desde los primeros partidos. No es que fue algo que aprendí en Newell´s, es algo que uno ya traía pero que en River me costaba demostrarlo. La confianza es de las cosas más importantes para un futbolista.
–¿Cómo llevaba tu familia el tema de las críticas que recibías?
-Yo no podía privarle a mi viejo de que venga al Monumental a verme. Porque si bien escuchaba cosas feas de algunos hinchas hacia mí, la realidad es que yo estaba cumpliendo el sueño de jugar en la Primera de River. Mi viejo es re futbolero y era imposible que no quisiera venir a la cancha. Le ha tocado estar en la tribuna sentado al lado de gente de que me insultaba. Era difícil. Una vez mis viejos me estaban esperando en el anillo del Monumental, viniendo del lado del hall para encontrarme a la salida del vestuario y al lado de ellos venía una familia que al verme a lo lejos el padre dice: “ahí viene el muerto de Boyé”. Y cuando nos cruzamos, esta persona me dice: “crack, te pido una foto”. Mis viejos presenciaron ambos momentos y les parecía algo increíble.
–Se creó el ´mito´ de que eras un nueve goleador. Cuando cualquier entendedor de fútbol se daba cuenta de que esa no era tu característica principal. Eso te habrá perjudicado…
-Es verdad. Sí, he hecho goles en inferiores y reserva, pero nunca fui un delantero goleador ni mucho menos. Nunca fui un delantero que está adentro del área para cabecear o empujar la pelota. Mis características son otras. Obvio que con confianza me siento capaz de hacer muchos goles. El hincha se quedó con eso de que era nueve goleador y me afectó.
–Sos muy amigo de Martínez Quarta. Cuando vos estabas en 1°, él estaba a punto de irse de River porque no veía posibilidades en el club. Lo que es el fútbol de cambiante…
-Es increíble lo cambiante que es el fútbol. Sí, el Chino se iba a ir de River pero se terminó quedando y hoy en día es un jugador de Selección y figura en River. El fútbol son momentos y hay que saber aprovechar las oportunidades. Obvio que las oportunidades hay que buscarlas. El Chino es uno de mis grandes amigos del fútbol.
-¿Cuáles son tus objetivos para lo que viene?
-Mi objetivo es siempre poder disfrutar jugando al fútbol y alcanzar un alto nivel. Voy a hacer la pretemporada con el Torino y hay muchas posibilidades de que me quede. Ojalá pueda tener un gran año acá.