César ´Leche´ La Paglia
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
En voz de calificadas y prestigiosas personalidades del ambiente, tenía la misma proyección que Riquelme. Dueño de un talento natural extraordinario. Se conformó con eso y no le alcanzó. Pudo haber llegado a la élite del fútbol mundial pero no se preparó en diversos aspectos y no se la creyó lo suficiente. Enganche clásico, estratega nato. Con potrero e inventiva. Humanizamos a César ´Leche´ La Paglia, el fenómeno que no fue ni un cuarto de lo que podría haber sido.
-¿Tus hijos saben que fuiste un crack de verdad o no tienen mucha conciencia de eso?
-No sé si fui un crack. No sé si ellos tienen tanta información al respecto, porque no hay mucha información mía en las redes sociales o en internet. Tienen la imagen de que jugué de forma profesional y viví del fútbol. Lo que sí sienten cuando vamos a algún lado es que siempre hay personas calificadas que le dice a alguno: “no sabés lo que jugaba tu viejo, era un crack de verdad”. Que gente que ha sido grosa enserio dentro del fútbol, me elogien, a mis hijos les llama la atención.
-Si uno de tus hijos te pregunta: “¿si fuiste tan bueno, por qué no llegaste más lejos en tu carrera?” ¿Qué le respondés?
-Le respondo que tenía todas las condiciones técnicas, pero tenía dificultades en alguno de los otros aspectos que se necesitan para ser un jugador de élite. En el aspecto mental y físico, por ejemplo. Confiaba mucho en mis condiciones naturales y creía que con eso me alcanzaba. Porque, de hecho, la realidad marcaba que me alcanzaba, porque resolvía situaciones de muy buena manera. Pero si me hubiese preparado en todos los aspectos, hubiera sido totalmente diferente mi carrera. Podría haber sido un jugador top. Mínimo ser un jugador de Selección mayor. No aproveché a full mis cualidades.
–Todo el ambiente del fútbol te respeta mucho…
-Sí. Cuando voy a jugar al Senior con Boca, siento que mis compañeros y los rivales me admiran, y eso es un halago impresionante. Ver que me elogia gente que ha jugado 20 años en Primera, que ha hecho mucha más carrera que yo, es muy grato. Eso me hace sorprender a mí mismo y me digo: “mierda, tenía condiciones de verdad”.
–Sos perfil bajo. ¿Te incomoda que te elogien tanto o en el fondo lo disfrutás y te enorgullece?
-No, lo disfruto muchísimo. A veces el no ser un poco más egoísta, creértela o no decir “acá estoy yo”, te lleva a no ser un jugador de élite. Los jugadores top tienen esa personalidad de creérsela, en el buen sentido, e ir para adelante sin importarles nada. Yo era más sumiso, más tranquilo, no quería andar figurando. Eso no me ayudó.
Jugadores como el Mágico González o el Trinche Carlovich, dueños de un talento extraordinario, podrían haber sido mil veces más de lo que fueron, pero ellos mismos han reconocido que no quisieron. Que eran felices viviendo la vida a su manera, de forma relajada, disfrutando de sus gustos. Que para ellos jugar en el Cádiz o en Central Córdoba, era como jugar en el Real Madrid o en el Barcelona.
–Hoy mirando en retrospectiva, ¿elegiste no ser más porque disfrutaste la vida a tu manera o te arrepentís y decís: “qué boludo fui”?
-Es un poco de todo. La realidad es que, en ese momento, por inmadurez, no me di cuenta de aprovechar ciertas situaciones y uno se conforma con lo que tiene. Decir: “bueno, hasta acá llegué, juego para divertirme más allá del dinero”. Pero hoy con el diario del lunes y viendo las condiciones que tenía, me hubiese gustado haber hecho mucha más carrera. Pero soy consciente que en algunos aspectos fallé y no me preparé. Para ser un crack de verdad tenés que estar bien en todos los aspectos. Sé que tenía mucho más talento que otros jugadores que hicieron una carrera mucho más importante que la mía, pero esos jugadores tenían cualidades en otros aspectos que son igual de importantes que la calidad técnica. Es un todo, con la parte técnica sola no te alcanza. ¿Técnicamente fui mucho mejor que el Cholo Simeone? Y sí. Pero no fui mejor que Simeone, porque él sí que fue un crack de verdad por la carrera que desarrolló, mentalmente era un ganador.
–Eras mucho mejor jugador de fútbol que la mayoría del resto, pero peor futbolista que la mayoría del resto…
-Tal cual. No me preparé para ser mejor futbolista que los demás. Si me hubiese preparado en todos los aspectos, no tengo dudas que hubiera jugado en un equipo grande de Europa. Porque lo dicen todos los compañeros y entrenadores que tuve. Entonces hoy me digo: “la concha de su madre, tenía todo para ser un crack”.
–Maradona hablaba muy bien de vos…
-Sí, cuando aparecí en Boca Diego dijo que el próximo crack del fútbol argentino iba a ser yo. Tengo El Gráfico en donde hizo esa declaración.
–Podrías haber tenido muchísima más carrera, pero jugaste cinco años en Boca y ganaste cinco títulos. No es poca cosa…
-Pero aclaremos que en Boca competí con los dos mejores diez de la historia de Boca: Diego y Román. En ese momento jugué, en donde tenía en mi puesto a esos fenómenos. Jugaba poco porque competía con ellos, no era fácil.
–Hablame de la mítica categoría de inferiores de Argentinos Juniors en la cual compartiste equipo con Riquelme, el Lobo Ledesma y el Cuchu Cambiasso. Fútbol total…
-Sí. En una época armaron una quinta especial y jugábamos todos juntos esos nombres que mencionaste. Era una cosa impresionante. No le dejábamos tocar la pelota al rival. Un día jugamos contra Boca y le hicimos cinco goles, les pegamos un baile terrible. Ahí nos compró Boca a mí y a Román. Fue una camada muy difícil de repetir.
–Hoy estás muy vinculado al Club Parque, lugar de donde surgiste. No has perdido los orígenes y las raíces…
-Así es. Lo disfruto. Es una manera de agradecerle al club lo que me dio, devolverle algo. Eso me lo inculcó mi viejo y la formación que me dieron en Argentinos y mismo en Parque. Me tocó hacerme cargo del club cuando estaba en el peor momento. Ramón Maddoni es como mi viejo y cuando me llamó para ver si le podía dar una mano, no lo dudé. Insisto mucho en el sentido de pertenencia, en los valores. Hoy en Parque tenemos más de diez chicos de un gran nivel, con enorme proyección.
–Y a esos chicos con proyección, ¿qué consejos les das?
-Busco generarles hábitos del cuidado personal, de la buena alimentación. Que estén bien preparados en todos los aspectos. Sin quitarles que se diviertan. Que estén diez puntos físicamente. Estimularlos a que sean rápidos en la toma de decisiones, porque hoy se juega mucho más rápido. Por eso tienen que estar preparados mentalmente. Es un laburo del día a día.
“Los futbolistas de antes resolvían de una forma más espontanea, ahora son más obedientes, entonces necesitan el mensaje y el apoyo del entrenador y eso genera una dependencia. No debería ser así”, dijo alguna vez Marcelo Gallardo.
-¿Coincidís con que en la época de ustedes el jugador era más creativo, tenía mayor capacidad de improvisación y era más espontaneo y resolutivo?
-Coincido 100%. Somos todos culpables de eso. Los dirigentes, los formadores, los padres, los representantes. Hoy los resultados mandan y eso está mal. Se quiere preparar físicamente a los pibes para que estén a la altura de los europeos y eso los condiciona. No dejamos que se equivoquen, ni dejamos que tiren un caño por miedo a que la pierdan. Se les carga con muchas obligaciones a los pibes, se los llena de información y así se les corta la creatividad. Como mencionó Gallardo, los jugadores, producto de todo esto, están automatizados. El técnico les dice: “hace esto, corré por acá”. Está mal eso, en no darles libertades para que rompan con los esquemas, que tengan su impronta. Hay que volver a las raíces. Me encantan los jugadores talentosos, que inventan, que crean, que arriesgan. Yo en Parque apunto a eso en la formación. Pasa que cuando los chicos ya están en inferiores es difícil mantenerlos por el entorno que genera que solo hay ganar como sea.
-Sos padre y laburante, ¿cómo vivís el complejo día a día de Argentina?
–En los últimos 30 años Argentina ha involucionado mucho, pero mucho, eh. Hoy es tremenda la inseguridad que hay. Yo de pibe vivía en Chacarita y cuando estaba en las inferiores de Argentinos, mi vieja me hacía tomar, con nueve años, el 109 para ir a entrenar a La Madrid. Hoy a un nene de nueve años no lo podés mandar solo a ningún lado, es imposible. Nosotros estábamos todo el día en la calle con la pelota, con la bici. Hoy es imposible, es inviable. Es lamentable la realidad actual de Argentina. Por eso tienen un valor muy grande los clubes de barrio, porque dentro de lo que hay es un lugar seguro, en donde a tu hijo le dan educación, valores, lo forman, le dan contención. Y los gobiernos no les dan bola a los clubes de barrio, están todos destruidos. No pueden pagar la luz, el ABL. Cuando son fundamentales, igual o más que el colegio. A mí me enseñó mucho más el club de barrio que la escuela. Los gobernantes no entienden que un chico hoy no puede estar en la calle, que hay que sacarlos de ahí y los clubes de barrio sirven para eso. La sociedad argentina está muy difícil. Se vive de una manera muy compleja. En Argentina desde que te levantás hasta que te dormís es un estrés constante. Tenemos un país hermoso, re contra millonario y lo estamos destruyendo. Culpa de los políticos. Aunque también es culpa de los ciudadanos porque no provocamos ningún cambio. La sociedad argentina, en general, es muy sumisa. Nos creemos que tenemos huevos, que somos rebeldes y no es así. Andá a algún país de Europa a intentar hacer todo lo que nos hacen a nosotros. Te hacen una revolución allá. Acá salen 10 personas con una cacerola.
–¿Se han perdido los valores en la sociedad?
-Sin dudas. Nosotros cuando íbamos al colegio y la maestra nos retaba o en el club nos retaba un técnico, mi viejo me decía: “algo habrás hecho para que te reten”. Hoy una profesora reta a un pibe y va el padre y le dice: “¿por qué carajo retás a mi hijo?” Se han perdido los valores. Sentís que el de al lado te quiere ventajear. Es tremendo. Mucha gente quiere todo fácil. Hoy es más fácil salir a robar o pedir un plan que laburar. Se ha perdido, en parte, la cultura del trabajo. Me ha pasado en un bar que tengo que vino una señora que no trabajó nunca ahí a reclamarme cosas como si hubiese trabajado. En este país pasan cosas insólitas.