David Gahan: maldito éxito
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
A través de su enorme talento y su encanto casi que hipnótico; alcanzó, junto a sus compañeros, la gloria con la banda Depeche Mode. Se le abrieron de par en par las puertas del ´paraíso´ del éxito: fama mundial, dinero, mujeres, drogas, fiestas; todo a su alcance. Ese combo explosivo lo llevó directo, sin paso previo por el purgatorio, al más crudo infierno. Vivió sumido durante varios años en la perdición absoluta. Intentó suicidarse cortándose las venas, y estuvo clínicamente dos minutos muerto por una sobredosis de combinación de cocaína con heroína. La historia de David Gahan, la atroz oscuridad del éxito.
Entrado los 80, un grupo de jóvenes comenzaba a probar suerte dentro de la industria musical para intentar forjar un camino y hacerse un nombre. Fue a principios de los 90, con el lanzamiento del disco ´Violator´, que incluía los temas ‘Personal Jesus’ y ´Enjoy the Silence´, lo que hizo que Depeche Mode alcanzara el éxito mundial y se convierta en una de las más influyentes e importantes bandas del momento. Se embarcaron en la gira ´World Violation Tour´, tocando en 88 escenarios distintos del planeta. Con la gloria profesional, aparecieron los más bajos fracasos personales. Como contó el tecladista, Andrew Fletcher: “hasta entonces nos había ido bastante bien, pero tras ese superéxito nos volvimos inexplicablemente gigantes. Fue increíble y de alguna manera nunca nos recuperamos. Por eso, a partir de allí la tendencia fue un poco arruinar ese momento”. A quién el éxito lo devoró fue a David Gahan. Arriba del escenario se convirtió en un personaje único, en uno de los más grandes frontmans de la música. Dueño de una voz sensual y profunda, capaz de conquistar y cautivar a cualquiera. No solo cantaba, sino que realizaba performances de baile que parecían alcanzar en él el éxtasis y que embelesaban al público; irradiando una energía descomunal. Pero todas las presiones que conllevan ser una figura reconocida y admirada mundialmente, David no pudo soportarlas y explotó su lado más lúgubre, refugiándose en las adicciones. Así como tampoco pudo sortear las siderales tentaciones que su posición atraía: excesos de todo tipo (drogas, sexo, mujeres, fiestas, mala junta). Una de las peores influencias que tuvo fue la de su segunda esposa Teresa Conroy, quien lejos de ayudarlo, lo hundió más en sus adicciones.
Gahan entró en un tobogán en caída libre con sucesos cotidianos en su vida totalmente denigrantes y patéticos. Llegó a buscar droga en unas bolsas de basura, delante de Jack, el hijo de su primer matrimonio, y de su madre; lo que, lógicamente, le costó la separación. Al no estar equilibrado y bien consigo mismo, se volvió muy vulnerable, lo cual lo hacía influenciable por las malas compañías, que le arrebataban día a día su dinero, su dignidad y su vida. Aquel sexy cantante lleno de impronta arriba del escenario, se convirtió en un fantasma, una sombra de aspecto dejado. En las grabaciones con la banda, no podía mantenerse de pie delante del micrófono. “Yo pensaba que podía controlar esa adicción, pensaba que podía hacerlo esporádicamente, cuando me apeteciera, celebrar una fiestecita, o varias fiestecistas a lo largo de un mes. Después, estaba ahí temblando, y preguntándome a mí mismo qué había pasado”, declararía tiempo después. Vivía colocado y deprimido. Tenía una habitación especial en su casa dedicada para encerrarse a drogarse. Se volvió paranoico y salía, generalmente, con una pistola a las calles de Los Ángeles. “Cuando eres un adicto, uno no puede cagar, mear, mucho menos venirse. Las funciones del cuerpo se acaban, uno queda encerrado en una jaula, en un cuerpo sin alma”, confesó, crudamente, alguna vez.
Lo convencieron de ir a una terapia de grupo para dejar las adicciones, pero Gahan no se tomó el asunto en serio: “solía ir a esas reuniones y sentirme más elevado que una cometa entre tanta gente sobria. Solía ir al baño para inyectarme heroína y al volver levantaba la mano y decía: ‘me he mantenido limpio 30 segundos’. Sé que le tomaba el pelo a alguien, pero no a ellos, sino que a mí mismo”. En agosto de 1995, tras consumir heroína, una botella de vino y algo de Valium; llamó a su madre, y luego de saludarla, le pidió que lo esperara: se dirigió al baño, donde se cortó las venas de sus dos muñecas con una máquina de afeitar. Se envolvió las manos con toallas, regresó a atender al teléfono y le dijo a su madre: “mamá, me tengo que ir, te quiero mucho”, antes de cortar. Para fortuna del cantante, en ese preciso momento llegó a visitarlo una amiga. “Al principio yo actuaba como si no pasara nada. Bajé los brazos a los lados y sentí cómo brotaba la sangre. Los cortes eran muy profundos, hasta el punto de que no sentía los dedos. Mi amiga no tenía idea de lo que estaba ocurriendo hasta que se dio cuenta del enorme charco de sangre que se estaba formando en el suelo. Luego caí desmayado”. Los médicos le cosieron las muñecas sin anestesia. Despertaría en un hospital psiquiátrico con una camisa de fuerza y acusado del delito de intento de suicidio. Difícil encontrar una situación más límite y tétrica que aquella para hacer ver al implicado que había tocado fondo y que necesitaba dar un giro de 180 grados en su vida. Pero no fue el caso. La estrella de Depeche Mode no escarmentó. “En cuanto salí, volví a las andadas. Me recuperaba un poco, pero de nuevo volvía a consumir heroína. Ya no sabía cuándo parar, iba de mal en peor. Por entonces estábamos grabando un disco, pero yo apenas me tenía en pie”.
En mayo de 1996, ocurriría otro suceso que casi le cuesta la vida. En una habitación del célebre Sunset Marquis Hotel, Gahan casi firma su pacto con la muerte al inyectarse por vía intravenosa una combinación de cocaína con heroína. Una sobredosis le provocó un ataque cardiaco y estuvo dos minutos clínicamente muerto. Los médicos que llegaron a socorrerlo tuvieron que aplicarle una inyección con adrenalina directa al corazón, que comenzó a bombear camino al hospital. Su relato del momento es estremecedor: “estuve como dos minutos sin signos vitales y podía escuchar a uno de los paramédicos diciendo en la parte de atrás de la ambulancia: ‘Parece que lo hemos perdido’. Todo se veía negro y era aterrador y yo tenía la noción de que las cosas no estaban bien para mí. Creo que era mi alma gritando, la cual ya había dejado mi cuerpo y se convirtió en un testigo de lo que le sucedía a mi organismo. En ese punto, estaba clínicamente muerto; mi corazón no estaba latiendo. Esos segundos parecieron horas para mí. Y de pronto, había una total y escalofriante oscuridad alrededor de mí. Como si alguien hubiera apagado la luz, tinieblas absolutas. Nunca he estado en un espacio más oscuro, y recuerdo sentir que todo lo que estaba haciendo estaba en verdad mal. La primera cosa que noté en el hospital es que había salido de mi cuerpo. Estaba flotando debajo del techo y podía observar exactamente lo que ocurría debajo de mí: los médicos corrían alrededor de mi cuerpo e intentaban salvarme. Gritaba que yo no estaba ahí abajo tirado, sino encima de ellos”. Ese sí fue el episodio KO para su ego y para asumir realmente su grave problema y que así no valía la pena seguir vivo en este mundo. “Pensaba que podía controlar mi adicción, que podía decidir el día que iba a morir. Así de jodido estaba mi ego. Cuando quise darme cuenta, estaba esposado por un policía, que me leía mis derechos. He estado dos veces en rehabilitación y no quiero ser como Kurt Cobain. Quiero ser un superviviente. Mis siete vidas de gato simplemente se han agotado. Quiero pedirle perdón a los fans y demás personas, estoy contento de estar vivo, y pido perdón a mi madre también”. David pasó un par de noches en la cárcel por tenencia de drogas, y entre varias personas de su círculo íntimo pagaron la fianza de 10 mil dólares para recuperar su libertad. Tras salir de prisión, el cantante de Depeche Mode ingresaría al centro de recuperación Exodus, en California, la misma clínica de desintoxicación donde había estado Kurt Cobain. En esa clínica comenzaría a superar su adicción a la heroína, sin tener otra alternativa posible ya que si en las pruebas regulares de orina que se le realizaban, se encontraban rastros de alguna sustancia prohibida, hubiese sido encarcelado por dos años. Además, Estados Unidos le había prohibido la entrada, ya que lo consideraban una persona no grata. “Por primera vez en mi vida, me quedó claro que no soy inmortal”, declaró. Si pasaba un año sin consumir, se le retirarían los cargos en su contra por parte de la Corte. Así fue que, finalmente, la estrella se sometió a un tratamiento serio y continuo de desintoxicación que lo llevó a, paulatinamente, recuperarse.
El éxito mundial que experimentó gracias a la música, casi lo llevan a la muerte en más de una oportunidad y lo hicieron vivir años funestos, pero también, en otro aspecto, le salvó la vida debido a sus orígenes. De joven era una especie de pandillero que deambulaba por los callejones de Essex, su ciudad natal en el sudeste de Inglaterra, y que disfrutaba robando autos y escapando de la policía; lo que le valió estar varias veces frente a un tribunal. “Era un chico algo peligroso y aquel era un modo de divertirse arriesgadamente. La música me cambió la vida”.
Tras eludir la muerte casi milagrosamente en más de una ocasión, tras dejar atrás sus años oscuros; David Gahan pudo continuar con su vida y seguir deleitando a todo el planeta con su arte extraordinario. Hoy a los 59 años se lo ve en formidables condiciones, más vivo que nunca.