Marat Safin: el diferente

Por Damián Giovino (@DamianGiovino)

Fue número uno del mundo. Ganó dos Grand Slam, cinco Masters 1000 y dos Copa Davis. Fue el tenista en llegar a la cima del ranking más imponente físicamente de la historia: 1,93m. Adentro de una cancha intimidaba con sus potentes golpes. Dueño de un gran talento natural. Pero no es eso lo que lo convierte a Marat Safin en un personaje absolutamente singular. De un carisma embelesador, transgresor y disruptivo, solitario, mujeriego, volcánico y de personalidad muy profunda. Odiaba el tenis y rompió ¡1055 raquetas! en toda su carrera.

En un deporte señorial como el tenis, hay que tener mucha valentía para ser un rebelde. Nada en él parecía quedar mal debido a su naturalidad y transparencia: Safin era lo que se veía. Ningún tenista en la historia rompió más raquetas que él cuando sufría sus reiterados ataques de furia dentro de la pista, y si embargo su marca auspiciante nunca lo abandonó. Llegó a celebrar puntos bajándose los pantalones, algo que si lo hacía otro quedaría como grosero y fuera de contexto, pero en Marat era aceptable. Querido por el público y sus colegas porque detrás de esa mole explosiva, se dejaba ver una entrañable persona. Solitario, no tiene esposa ni hijos. Siempre rodeado de mujeres, ha sido uno de sus grandes gustos durante su carrera y nunca lo ocultó.

No fue muy difícil darse cuenta que la relación de Safin con el tenis era de amor y odio: escena común en un partido suyo era verlo quebrar una raqueta por bronca cuando las cosas no le salían. Él mismo explicó el por qué: “Siempre fui muy perfeccionista porque para mí el deporte es un arte y entonces sentía que debía brindar un buen espectáculo, pero a su vez tenía que ganar. Si desde el comienzo del partido no iban las cosas bien, ya no podía jugar porque pensaba que era muy malo, que era horrible, que tenía que dejar el tenis. Eso pasaba por mi cabeza durante todo el partido. A veces se me cruzaban los cables porque era muy competitivo”. Pero también tenía su faceta de ´showman´: “Era muy expresivo, me gustaba interactuar con el público y yo creo que eso le gustaba a la gente”.

Pero lo del ruso no era solo un enfado pasajero, detrás había algo muy profundo: odiaba el tenis. “A mí nunca me gustó jugar al tenis, nunca disfruté. Nunca la pasé bien en la cancha. Sentía presión y obligación. Me empujaban a jugar desde pequeño. Mi pasión era ser jugador de fútbol y ser tenista iba contra mi voluntad, mi mamá me dijo que iba a jugar al tenis y punto. Mi carrera fue un milagro”.

Se retiró joven, con solo 29 años, debido a la falta de estímulos a causa de una lesión en su rodilla que le imposibilitaba desplazarse naturalmente hacia a la derecha. Alejado de las pistas, siguió siendo el mismo: un tipo raro y especial, dueño de una gran profundidad. “Mucha gente tiene que hacer algo para recordar que está viva, pero lo hace para no pensar. Solo unos pocos pueden estar a solas consigo mismos durante cinco minutos. Encierra a alguien en la casa durante todo un día, quítale el teléfono y la computadora y mira qué pasa. No tengo estos problemas, no necesito trabajar y estar ocupado para sentirme normal. ¿Qué hago? Nada, no hago nada. Yo vivo”.

Estudió derecho y se recibió de abogado. En 2011 fue elegido como diputado de la Duma (parlamento ruso) por el partido oficialista ´Rusia Unida´. En 2016 fue reelegido y un año más tarde abandonó su puesto. Hoy viaja por el mundo y comparte las vivencias en sus redes sociales. Definitivamente, Safin es un alma libre que siempre vivió la vida a su manera.

 

(los textuales fueron declaraciones de Safin a ESPN)

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