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Para la frase "san lorenzo".

Miguel Ángel Tojo

Es uno de los grandes docentes y maestros del fútbol argentino. Integró el mejor proceso de la historia local: el de selecciones juveniles. Trabajó al lado de siderales figuras como Pékerman, Tocalli y Bielsa. Pieza fundamental en la formación de los últimos grandes baluartes de nuestro país: Messi, Agüero, Tévez, Mascherano, Saviola, Aimar, Gabi Milito, entre tantos. Emblema de uno de los equipos más míticos de Argentina: ´Los Matadores´ (campeón invicto con San Lorenzo del Metropolitano 68). Humanizamos a Miguel Ángel Tojo, pasión y vocación por la enseñanza.

Pablo Michelini

Gloria de San Lorenzo. Valorado y recordado en Racing. Mientras jugaba comenzó a incursionar en otros ámbitos, y hoy es un exitoso empresario en el rubro de los hidrocarburos, hotelería y gastronomía. Tras su retiro, se alejó absolutamente del fútbol y ni mira partidos. Desde los 25 años empezó a proyectar su vida para cuando abandonara las canchas. Humanizamos a Pablo Michelini, mucho más que un ex futbolista.

José Chamot

Disputó tres Mundiales con la Selección. Compitió en la élite del fútbol europeo. Es una de las personas más campechanas, modestas e íntegras que se pueden encontrar dentro de su ambiente. Conformó el cuerpo técnico de Matías Almeyda que logró el ascenso con River. Hoy hace su camino como entrenador. Humanizamos a José Chamot.

Juan Bava

Uno de los árbitros más emblemáticos del fútbol argentino. De tremenda personalidad, dirigía a su manera, con mucha naturalidad, y se le plantaba a cualquiera, yendo a buscar más de una vez a algún jugador a la casa. Admite que arbitraba guiado por el sentido común y el instinto futbolero, basándose en entender el juego y no tanto el reglamento, al cual no le daba demasiada importancia. Hombre de la vieja escuela: con códigos y honestidad, ante todo. Critica duramente al VAR y la generación actual de réferis. Íntimo amigo de Plácido Domingo. Fue Director del Instituto de Árbitros de la AFA durante doce años. Humanizamos a Juan Bava, de espíritu campechano.

Juan Carlos Biscay

Un caso muy singular en el fútbol: fue jugador, árbitro y entrenador. En su rol de juez, los futbolistas veían en él más un cómplice que un enemigo, porque entendía a la perfección el idioma y los códigos de ellos. De estilo descontracturado, pero con firme personalidad. Fue columnista en el Diario Olé y jefe de la Central Telefónica de San Fernando. Hoy tiene una cadena de perfumerías y es Concejal de su municipio. Padre de Matías, ayudante de campo de Marcelo Gallardo. Humanizamos a Juan Carlos Biscay, un todo terreno que salió de muy abajo, pero nunca perdió los valores; un tipo íntegro.

´Rayo´ Menseguez

Fue un habilidoso jugador de fútbol, de notables condiciones, pero esa etapa ya quedó muy atrás en su vida. Tras su retiro, dio un giro de 180 grados. Tenía todo preparado para ser entrenador, pero comenzó a experimentar el camino del despertar de conciencia y del autoconocimiento, entregándose absolutamente a la espiritualidad. Hoy dedica todo su tiempo y energía a la realización personal y al ser un guía para ayudar al prójimo a elevar su vibración. Humanizamos al ´Rayo´ Menseguez.

Esteban “Gallego” González

Emblema y campeón en Ferro, Vélez y San Lorenzo. Auténtico y genuino. No tuvo reparo en “exponerse” públicamente diciendo que necesita un trabajo. Autocrítico, admite que no se preparó para otra cosa fuera del fútbol. Humanizamos al Gallego González.

Justo Suárez: mucho más que un boxeador

Nació y se crio en la miseria. A fuerza de esmero y talento logró cambiar su realidad, y se volvió millonario y un fenómeno social, pero sin nunca olvidarse de sus raíces ni perder su esencia. Fue el primer ídolo popular deportivo de Argentina. Las ignoradas clases bajas veían cómo uno de los suyos salía de la pobreza para triunfar y ser admirado y querido por todos los estratos. convocaba multitudes inusitadas. Llegó a una cúspide muy alta, pero de ahí su caída fue estrepitosa. Terminó pobre, solo y tuberculoso.  Su vida fue de una vorágine extrema y duró apenas 29 años, pero su legado es eterno. Julio Cortázar le dedicó un cuento. La historia de Justo Suárez, el ´Torito de Mataderos´, mucho más que un boxeador.