Bahiano
Por Damián Giovino (@DamianGiovino)
Músicos buenos ha habido muchos a lo largo de la historia, pero que marquen un antes y un después en la cultura artística de un país, son pocos. El reggae era un género inexplorado en Argentina y Bahiano, con Los Pericos, instaló esa corriente musical irrumpiendo en la escena y llegando a los primeros planos, proliferando su música en el país y en Sudamérica. Innovador, se animó a ofrecerle una nueva propuesta a la gente.
Los humanos somos animales de costumbre y como tales, somos ciertamente reacios a lo nuevo. Aquel que viene con aires vanguardistas, ideas o propuestas fuera de lo común hasta el momento; es mirado de reojo. La primera reacción de la gente es rechazarlo hasta que comienza a entenderlo, aceptarlo y disfrutarlo. Eso le pasó al Bahiano y a Los Pericos en sus primeros tiempos. Eran bichos raros para la prensa especializada y para el público. Con el correr del tiempo se convirtieron en furor. Así lo recuerda…
“Fue todo muy vertiginoso. La gente tuvo conocimiento de nuestra existencia muy rápidamente. Teníamos mucha curiosidad por saber qué iba a opinar la gente de nosotros, cómo nos iban a aceptar. Había de todo; gente que se hizo fanática, críticas constructivas y críticas de mala onda. Pasamos de tocar en escenarios de tres metros a escenarios de 24. A tocar ante mucho más público. La prensa musical fue la más ácida con nosotros al principio. Yo inventé una forma de cantar, que era en fonética. Muchos creían que no íbamos a durar más de un verano y luego esos tuvieron que callarse. Nosotros demostrábamos con hechos, con música. Podía gustar o no, pero algo estábamos generando. Por aquellos años estábamos a la par con Los Fabulosos Cadillacs, era la ´rivalidad´ del momento. Los Cadillacs tenían mejor prensa que Pericos, estaban mejor vistos. Había cierta mala onda hacia nosotros. Cuando viajamos a tocar a Jamaica en el 93, cambió un poco eso porque nos invitó a tocar Rita Marley y eso nos legitimó mucho como banda. Fuimos la primera banda sudamericana, de habla hispana y de raza blanca en ser invitada a tocar al festival de Sunsplash. El público de allí nos aprobó muy bien y al año siguiente fuimos invitados de nuevo. El mentor de eso fue mi hermano que era nuestro mánager y se fue a Jamaica con unos discos de la banda para ver qué pasaba. Se pagó el vuelo y fue. Ese viaje también nos abrió las puertas en Latinoamérica. A partir de ahí pegamos muy fuerte en Colombia y Venezuela. En Chile también. No esperábamos tener semejante repercusión como banda”.
-Con ´Los Pericos´ has descubierto un nuevo género en el país. También has experimentado en otros géneros. Te has aburrido de la rutina en Los Pericos y te has reinventado. ¿Podríamos describir tu carrera y tu filosofía de vida con esas cuatro palabras: descubrir – experimentar – aburrirse – reinventarse?
-Sí, es posible que así sea. Descubrir siempre fue algo que me movilizó. De hecho, tenía un programa en Radio Del Plata que se llamaba “curioso por naturaleza”. Era mi perfil. Aburrirme también. Hay pocas cosas que no me aburren tanto. La parte rutinaria me desmorona, no me hace bien. Siempre buscaba algo. A pesar de haber tenido mucho éxito con Los Pericos, paralelamente siempre estaba buscando nuevas cosas. Experimentar. Ver nuevos horizontes. Otros Desafíos. Mis discos son bien diferentes. No hay nada más aburrido que mostrarle a tu público siempre lo mismo. Repetirse es perder el tiempo por más que a veces funcione y sea un negocio.
-Así como tuviste la valentía para comenzar algo tan nuevo como fue instalar el Reggae en el país, también tuviste la valentía para terminarlo, yéndote de Los Pericos. Aun estando en un gran momento con la banda….
-Yo elegí la música para pasarla bien, para divertirme y disfrutar. Cuando eso deja de pasar en una banda, te tenés que ir. Muchos fans no lo entendieron y me tiraron mucha mala onda. Por más que yo diera mi explicación, no lo iban a escuchar. Los fans solo iban a decir: “te fuiste”. Los por qué no les interesan. Tuve que ponerme una coraza ante una andanada de mala onda. Lo que pensás en ese momento es: “¿yo estuve cantando tanto tiempo para esta gente? ¿Esta gente cantaba las canciones que yo escribía? No lo puedo creer”. No fue fácil, pero defendí mi posición de no querer estar en un lugar donde ya no disfrutaba. Mi intuición me decía que era una etapa terminada, que no daba para más. Tomé la decisión y me fui. Ni siquiera yo me llevaba el nombre de la banda, porque cuando ingresé la banda ya existía, aunque fue a partir de mi ingreso que empezó a crecer. Lo único que me llevé y en donde me refugié fue en mi nombre.
-Cachorro López, bajista de Los Abuelos de la Nada, nos dijo que, en la época de esplendor de la banda, no tocaban el suelo con los pies. ¿Te pasó? ¿Cómo sobrellevaste tener un gran éxito musical con todo lo que eso atrae?
-Y sí, es así. Son años muy vertiginosos en los cuales hay un objetivo y ves que cada día que pasa todo crece más para bien. En un fin de semana hacíamos cuatro shows por noche. No shows de diez minutos de playback, shows completos. Nos divertíamos. Conocíamos chicas. Estábamos en otro mundo. Aunque yo despegaba y aterrizaba, no hacía un vuelo libre, porque sino no estaría ahora hablando con vos.
-Pero muchos tienen aterrizajes turbulentos y no se vuelven a levantar…
-Yo pude aterriza bien siempre. Pero sí, en esos años tenías lo que querías. El éxito hace que se te acerque mucha gente que después cuando no hay éxito no están. Gente para figurar cuando te van bien, hay montones. Es como el que te contrata para un show. Si te descompusiste y no podés dar el show, te odia, no le interesa nada tu persona. Yo voy al supermercado, ando por la calle; ando tranquilo por la vida.
-A la gente le cuesta ver al tipo común que hay detrás del artista reconocido…
-Pero el fanático no quiere ver la parte en que sos igual a ellos. Ellos te quieren ver en otro lugar, que marques una diferencia. Porque si te ven todo el tiempo en la normalidad les baja la idolatría porque dicen: “este hace lo mismo que yo”. Ellos quieren ver al tipo en el escenario. Pero si vos vas todos los días al mismo bar, al primer día te van a mirar con cara de: “uy, mirá quién está”, al segundo día lo mismo y al tercero ya sos uno más. Pero el fanático no quiere llevarte muy a tierra porque es como que se les baja el mito.
-Pero por más que la gente no quiera verlo, no significa que ese tipo común al que le pasan cosas como a todos, no exista. Vos salís a dar un show y capaz venís de una mala noche o te sentís mal o tenés temas familiares…
-Es así. Cuando falleció mi papá yo estaba en Perú y di el show que tenía programado igual. No pedí volver. Cuando murió mi mamá también estaba próximo a un show. No me pude despedir de ninguno de los dos. Yo tenía que hacer los shows. En Córdoba una vez tuve un ataque de hígado mal. Me llevaron al hospital, me inyectaron. Se estaba por suspender el show. La gente ya estaba en el estadio esperando, sabiendo que yo estaba en el hospital. Me dieron varios medicamentos y estando en la guardia le dije al mánager de la banda: “vamos al escenario”. “¿Qué?” me dijo. Llegamos y estaba tocando una banda telonera tributo a Queen que el cantante era médico y se quedó todo el show nuestro por si a mí me pasaba algo. Di el show entero.
-Has dicho que cuando eras joven y salías de gira no te importaba cuándo volvías porque no había nadie esperándote. ¿Cómo cambió eso cuando fuiste padre?
-La música es importante en mi vida, pero soy capaz de descartarla completamente por alguna situación de mis hijos. Era adecuarse a los momentos. Una cosa es tener 25 años y salir a ver chicas y no importa dónde dormís. Si total volvés a tu casa dos ambientes y nadie te está esperando. Cuando nacen tus hijos cambia todo. A mi hija más grande, Candela, entre los tres y los siete años la tuve que criar solo. La música me ha hecho perder de varios momentos de mis hijos. No pude ver nacer a Santino porque estaba en un micro yendo a tocar a Tucumán. Mi mujer me decía: “me estoy yendo sola del sanatorio con tu hijo”, pero yo no podía suspender la fecha de ese show porque había un contrato firmado y porque atrás mío había 12 personas que dependían de que yo me suba arriba del escenario a cantar. La música te hace ganar, pero también perder cosas.
– ¿Nunca te reclamaron más presencia tus hijos?
-Una vez me llamó la psicóloga de mi hijo Tadeo porque sufría mucho cuando yo me iba de gira, que era seguido. Un día mi mujer me dice: “te va a llamar Tadeo que está en sesión con la psicóloga y te va a putear. Vos decile todo que sí”. Tadeo me decía: “papá, sos un pelotudo que no estás”. Yo le decía que tenía razón, que me perdone, que tenía que trabajar. Él descargó todo lo que tenía contenido y ahí le cambió el chip y empezó a entender que tenía que irme por trabajo. En la música hay subibajas, con desniveles importantes, no es todo brillo y no está siempre todo bien. Hay cosas que se sufren.
-En más de 30 de carrera ¿tu mayor logro es haberte mantenido en un lugar de prestigio con el paso de los años?
-Es la propuesta que vos le ofrezcas a la gente y que la gente te tenga en cuenta y te mantenga el respeto. Trato de siempre actualizarme. En la parte de sonido, en lo que canto. Así atraes públicos de diferentes generaciones.
-Ser músico o futbolista de renombre en este país, son profesiones de mucha exposición que generan fanatismos. ¿Cómo hiciste para mantener el equilibrio? ¿La clave es nuca olvidarse de las raíces de donde uno viene?
-Sí, es importante eso. No perder los valores. No olvidar de dónde venís, de qué cueva saliste, cómo te criaste. No dejarse obnubilar por el brillo. Recordar esas cosas es el cable a tierra porque si no sos un barrilete.
-La cultura brasileña tiene mucha incidencia en tu vida…
-Tiene enorme importancia e incidencia en mi vida. Siento una atracción muy grande por la cultura brasileña y por el país en general. Me atrae mucho la cultura afro. La he pasado muy bien y me he sentido muy cómodo todas las veces que estuve allá. Debo haber tenido algo que ver con Brasil en otra vida. Escucho mucha música brasileña y la tengo en cuenta para cuando tengo que armar un disco mío.
-Incursionaste en medios de comunicación, conduciendo programas de radio y TV. ¿Cómo fue la experiencia?
-Me encantó la experiencia. Con ´MP3´ recorrí muchas partes del mundo y he descubierto artistas geniales, que no eran para nada conocidos. También pude estar con artistas consagrados. Entrevistándolos a todos. Con ´Una Tarde Cualquiera´ me acerqué mucho a un público joven, a las nuevas generaciones. Un programa diario, en vivo. Aprendí cómo pararme delante de las cámaras. Me agarró en un momento medio raro en el plano político y social y un poco me sentía en el medio de dos aguas. Así y todo, la experiencia fue buenísima. En la TV Pública me trataron súper bien. Yo estaba ahí porque era Bahiano, no por otra cosa rara.
-Antes de ser Bahiano, cuando eras chico y todos te llamaban Fernando, ayudabas en la panadería de tu viejo. ¿Cómo era ese nene y cómo crees que vería al Bahiano que sos hoy?
-Era chico, tenía 14 años. Hacía conteo de pan a las 5am. Hacía los repartos al poder judicial, al Club Francés, al consulado israelí, a diferentes confiterías. Tenía la idea de ser algo. Creo que lo logré, pero ese Fernando hubiese modificado algunas cosas. Evitar algunos quilombos o peleas. Pero estaría súper contento porque era lo que quería, ser alguien. Hoy estoy disfrutando de muchas cosas que antes no disfrutaba y eso tiene que ver con la experiencia, con sentirse más seguro, más plantado. Hoy miro todo con otra óptica y busco relajar.